domingo, 8 de agosto de 2010

PSICOLOGIA Y SU RELACION CON LA VISION

LA VISION EN LA PSICOLOGIA
En esta es importante tener en cuenta:
·         El tamaño: es un estímulo importante en publicidad, pues cuanto más voluminoso sea un embalaje, la posibilidad de que se le preste atención es mayor.
·         El color: el color atrae más que la monocromía, el blanco y el negro. Por otra parte , el proceso del efecto del color  se desarrolla en la conciencia del individuo, en forma de sentimientos que reflejan la reacción de la persona hacia las diferentes cromáticas, por eso el colorido ofrece más matices de evocación, el valor y la influencia de los colores se determinan por el entorno en que se halla el individuo.
·         La luz y la forma: la luz es la base objetiva de la visión y ejerce sobre el hombre una onda de impresión elemental que es inconsciente para el yo.  En lo referente a las formas estas deben de ser simples.
·         El movimiento: un objeto móvil ejerce una atracción superior a uno estático.
·         El contraste: por ejemplo; una página en blanco y negro puede tener más impacto dentro de una revista de color, el mensaje en contraste provoca un choque perceptual, genera sorpresa y por lo tanto atención.

  Enfermedades psicosomáticas:
se entiende que una persona sufre somatizaciones cuando presenta uno o más síntomas físicos y tras un examen médico, éstos síntomas no pueden ser explicados por una enfermedad médica. Además, pese a que la persona pueda padecer una enfermedad, tales síntomas y sus consecuencias son excesivos en comparación con lo que cabría esperar. Todo ello causa a la persona que sufre estas molestias un gran malestar en distintos ámbitos de su vida.

Debido a la falta de tiempo en las consultas y al difícil diagnóstico de las enfermedades somáticas, la Medicina tradicional tiende a centrarse casi exclusivamente en los síntomas físicos de la enfermedad, olvidando la verdadera causa del problema o aquello que lo puede estar manteniendo. Es corriente encontrar personas que se quejan de haber recorrido varios médicos sin que les encuentran nada; sin embargo, continúan sintiéndose mal y presentando algunos de los síntomas antes comentados. En muchas de estas ocasiones estamos ante problemas psicosomáticos.

A menudo los médicos tratan con fármacos a estos pacientes administrándoles ansiolíticos, pero al cabo de un tiempo éstos vuelven con el mismo problema sin resolver o con otros síntomas diferentes. Así pues, al final el médico deriva a este tipo de pacientes al psicólogo alegando que todo es una cuestión de “nervios”. Sin embargo, desde el punto de vista del paciente, el no encontrar una causa física, le hace pensar que puede tener una enfermedad psicológica y consecuentemente teme por su salud mental. De éste modo, las personas que padecen estas dolencias no entienden muy bien qué les pasa y se muestran reticentes a acudir a un psicólogo porque no comprenden cómo éste profesional les puede ayudar. Tal vez, por este motivo, cada vez hay más gente que busca una primera respuesta en medicinas alternativas que a larga tampoco solucionan su problema.
Actualmente la psicología de la salud y la medicina conductual se encargan de estudiar esta la relación mente-cuerpo y de tratar al individuo desde una perspectiva más amplia, teniendo en cuenta la importancia tanto de los factores biológicos como los psicológicos y sociales en el comienzo o el mantenimiento de algunas enfermedades.
De los sentidos: conjuntivitis, trastornos sensoriales, sensación de que los ojos arden como brasas.
LA CORIORRETINOPATÍA SEROSA CENTRAL

Von Graefe describió los aspectos clínicos de la enfermedad en 1866, pero no fue sino hasta cien años después que Maumenee, utilizando fluorescencioangiografia, notó por primera vez que el desprendimiento seroso era consecuencia de un escape al nivel del epitelio pigmentado retiniano (cfr. Yanuzzi, Schatz y Gitter, 1982). La enfermedad es descrita como “una entidad que se caracteriza por un desprendimiento seroso, localizado, de la retina neurosensorial, secundario a una fuga a través de un defecto o disfunción del epitelio pigmentado de la retina” (Dalma y González, 1996). Se manifiesta en forma aguda con visión borrosa, metamorfopsia o ambas, oscurecimiento del campo visual, xantopsia (anormalidad de la vista en que los objetos aparecen amarillos) e hipermetropía causada por la elevación de la retina; por lo general la visión se mantiene buena aun cuando el paciente esté sintomático. No es raro que refiera episodios similares anteriores en el mismo ojo o en el contralateral; hay ataques recurrentes hasta en un 30 a un 50% de los casos, al cabo de los cuales puede haber una disminución importante por daño permanente del epitelio pigmentado retiniano, de los fotorreceptores o de ambos. Habitualmente es un padecimiento autolimitado que se resuelve espontáneamente al cabo de uno a seis meses en el 80 a 100% de los casos.

El examen oftalmológico es normal, excepto por un desprendimiento seroso en el área macular; puede presentarse en cualquier parte del polo posterior, pero es sintomático a menos que afecte la fóvea. La prueba con rejilla de Amsler demuestra metamorfopsia en el campo visual correspondiente al levantamiento retiniano, y puede haber una discreta a moderada hipermetropía por elevación foveal. Es frecuente que persistan una leve metamorfopsia o escotoma central relativo y alteraciones en la visión cromática y en las pruebas de sensibilidad al contraste (Dalma y González, 1996).

Se presenta en adultos jóvenes, de entre 30 y 50 años; es más frecuente en los hombres en una proporción de 9 a 1. En el estudio realizado por Yanuzzi y cols. (1982), el 85% de sus pacientes era de sexo masculino, con un promedio de 42 años, encontrándose además un número significativo de pacientes de origen hispano; no se comprobó la tendencia de la enfermedad a manifestarse en personas de origen oriental.

Existen tres tipos de escape o fuga de liquido. La más frecuente es la llamada “mancha de tinta”, que ocurre en el 60% de los casos y que comienza como una pérdida puntiforme que gradualmente va haciéndose más grande durante la fase media del angiograma y continúa expandiéndose con bordes difuminados en las últimas fases del estudio (Yanuzzi y cols., 1982). La segunda variedad recibe el nombre de escape tipo “chimenea”, “paraguas” u “hongo”. Se presenta en alrededor del 20% de los casos. Comienza como un escape puntiforme a partir del epitelio, acrece en las fases medias del angiograma y comienza a ascender rápidamente en el espacio retiniano subsensorial hasta los límites superiores del desprendimiento de retina sensorial. Cuando llega a un punto cercano al límite superior del desprendimiento, continúa expandiéndose del lado nasal y temporal y forma así su característico aspecto de hongo o paraguas. En ocasiones alcanzará los límites superiores del desprendimiento retiniano subsensorial y se extenderá ya sea al lado nasal o al temporal, pero nunca en ambos sentidos, y de esta manera semeja una chimenea. En el restante 20% de los casos hay un discreto desprendimiento discernible del epitelio pigmentado de la retina por debajo del desprendimiento de la retina subsensorial. En estos casos, el desprendimiento epitelial pigmentado suele no ser mayor de un cuarto del diámetro discal. Primero se llena el desprendimiento epitelial pigmentado y subsiguientemente hay escape desde él al espacio retiniano subsensorial desde uno o más puntos focales situados habitualmente en los bordes del desprendimiento epitelial pigmentado de la retina. 

ANDREA STEPHANIA TORRES 
201010022500

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