jueves, 11 de noviembre de 2010

¡Qué lejos estamos de nuestra esencia!

La distancia que nos separa de lo que realmente somos es enorme. Lo que creemos que somos no guarda relación con nuestra profunda esencia. Más bien la ignoramos.
Estamos tan identificados con lo que pensamos, que no podemos advertir la deformación continua que hacemos de la captación de nuestra esencia.
Somos seres simbólicos; Esto nos diferencia del resto de los seres de este planeta. Para nuestro bien y mal. A partir de la capacidad de simbolizar, los seres humanos podemos pensar, comunicarnos y mediatizar la realidad para hacerla más manejable.
Nuestra capacidad de abstracción nos permite desarrollos mentales fantásticos, tanto en la ciencia como en las artes o en la religión.
Esta enorme facultad que nos diferencia del resto de los animales (Y por supuesto de los vegetales), nos ha fascinado tanto que nos hemos olvidado que es una posibilidad de transmitir la realidad y no la realidad misma. Nos hemos desconectado de lo simbolizado y nos hemos quedado con el símbolo, creyendo que es lo mismo. Además, estas ideas, pensamientos o creencias no son cuestionados. Tienen todo el permiso de deformar la realidad o de "crearla". Es el reino de la subjetividad. Cada uno crea su mundo y dice: "El mundo es así".
A partir del reinado de esta deformación de la realidad, creamos una pseudorealidad a nuestra medida. Ella contiene nuestros deseos, temores, creencias. Mandatos, suposiciones y valores. Nada es lo que es, sino que todo tiene su nombre y su explicación.
Nuestra capacidad de pensar tiñe nuestras percepciones y otras veces las bloquea de tal manera que "Lo que no es lógico, no existe".
Captar lo que somos debería ser sencillo y usual, sin embargo es una de las actividades más difíciles para nuestra conciencia. Recurrimos a explicaciones psicológicas, filosóficas o esotéricas, pero seguimos sin captar
 nuestra presencia en el aquí y ahora.
Cuando lo hacemos se abre nuestro corazón, surge la emoción de estar vivos y sucede el
 darse cuenta que nos revela algo de nuestra existencia.
Vivimos contándonos historias acerca de lo que nos sucede, en vez de vivir en forma pura la experiencia. Necesitamos entender y tener explicaciones para calmarnos y sentirnos seguros.
El gran
 Don que nos diferencia del resto de los mamíferos nos tiene atrapados entre pensamientos y desconectados del Vacío que nos contiene.
Nuestros barrotes son historias del pasado y fantasías futuras. No vemos el vacío entre un barrote y el otro. Ese vacío intermedio es
 el presente.
En el presente no hay tiempo ni espacio. Es... tan solo es.
Todo es... Nada es.
Todo importa... Nada importa.

Centro Gestáltico San Isidro
"Un Espacio para el desarrollo personal y profesional"
ww.cgsi.com.ar
WAIDY SAMAURA  FRAILE ALBARRACIN

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